Thursday, September 06, 2007

Los Jefes y Los Cachorros
Por Mario Vargas Llosa
Alfaguara Serie Roja, 2001
(extraida de "Obra reunida. Narrativa Breve" del mismo autor. Los Jefes -1959-. Los Cachorros -1967-)
Pag. 159


El particular estilo de narrativa y el mensaje, los tópicos, el contenido en sí es lo que hace que cada escritura del escritor peruano Mario Vargas Llosa sea algo necesario y fundamental para cada lector. En este pequeño análisis literario que pienso hacer me enfocaré en la parte del mensaje, los tópicos y el contenido. En cada relato de esta impresionante compilación de relatos “Los Jefes y Los Cachorros,” encuentro dentro de los muchos tópicos sociales y personales, dos tácitas “entidades” las cuales rigen y en las cuales se desarrollan estos relatos. Estas son: la sociedad y la violencia. Hay siete relatos en este libro, los cuales están divididos en dos partes. La parte de Los Jefes contiene 6 relatos, y la parte de Los Cachorros sólo contiene uno. En ambas partes la violencia disfrazada de muchas maneras lleva al protagonista o protagonistas a salvarse de o destruirse en esta sociedad. Es útil y necesario elevar la pregunta ¿Qué es violencia? ¿Es ésta siempre mala? ¿La sublevación contra el autoritarismo aceptado en esta sociedad es mala violencia? ¿O es un derecho (inaceptado y condenado) del ser humano? ¿Son las leyes y lógicas de la sociedad siempre efectivas y buenas?

Mediante uno lee “Los Jefes,” “El desafío,” “El hermano menor,” “Día Domingo,” uno se va llenando de más preguntas y se queda con la firme sensación de que hay algo completamente extraño y dañino -y que es aceptado, valga decir- en la sociedad. Algo preaceptado, y pocas veces temas de reflexión, que nos hacen reaccionar de una manera no tan sana y mortal. Un ejemplo de ello es el relato “El Desafío” en el que el escritor sabiamente evade el origen del conflicto y concentra la historia a la pelea a muerte de dos individuos cuyos actos a medida que avanza la historia nos hace pensar de que no pudo existir tan terrible causa para que ellos se estén desafiando la vida de tal manera. Justo y Cojo son los protagonistas de dicha pelea. Y en los dos se puede apreciar algo común y muy popular en nuestras acciones: Ninguno de ellos quiere perder ese honor, esa honra, ese prestigio, esa hombría que ha sido manchada -¿cómo?, eso no importa- por su compañero de pelea. Ninguno de ellos acepta disculpas, aunque Justo -el que tiene menos posibilidades de ganar- es el más terco en cuestiones de perdonar insultos que el terrible Cojo. Los otros protagonistas que comparten escenario literario con Justo y Cojo, no hacen un gran esfuerzo por evitar tal pelea mortal. En ellos podemos vernos. Son y somos espectadores y protagonistas de tácitas reglas estúpidas de las cuales nadie habla en la sociedad pero las cuales todos persiguen poniendo la vida en juego. La tarea de tener un honor impecable, es un ejemplo de ello. Aunque no hay que olvidar que si uno no obedece aquellas tácitas reglas estúpidas de la sociedad, y por consiguiente se enfrenta a la antigua idiosincrasia de ésta, lo más probable que ocurra, si no paradójicamente pierdes tu vida en esta nueva lucha, es que tu vida se llenará de barreras y disgustos. ¿Acaso es esta sociedad en la que vivimos una cárcel perpetua? El relato “Los Cachorros” lo dice todo. En pocas palabras, en “Los Cachorros,” el personaje principal Cuéllar, más conocido como Pichulita por un accidente nefasto que tuvo en su genital cuando estaba en el colegio de primaria, ve el trance de la niñez/adolescencia a la adultez interrumpida, bloqueada. Sus amigos de colegio pasan por todas las etapas de la vida pero él, más que no quiera seguir con el proceso, no puede. No tan sólo el accidente que tuvo en el colegio de primaria lo detiene sino que la sociedad machista en la que está lo atormenta.

Con lo que concierne a los dos relatos restantes, “Un visitante” y “El abuelo” los tópicos aquí adquieren una cierta particularidad en lo “específico” del contexto. En “Un visitante” se aprecia el efecto domino que pueden tener nuestras acciones y aquella anarquía aceptada o disfrazada en la sociedad que da un extraño sentido de justicia. En “El abuelo” se aprecia aquel cambio de comportamiento súbito del protagonista que dándola a conocer a sus seres más cercanos, nos deja con la idea y la sensación de una sublevación personal contra sí mismo y contra su fijado rol en la sociedad.

Estos son sólo algunas cosillas que uno encuentra leyendo dicha compilación de relatos. Por otra parte el estilo de escritura en este libro te lleva a momentos de contemplación, hilaridad y profunda reflexión. “Los Jefes y Los Cachorros” es un must -como se diría en inglés- literario que, si no lo han leído, se debe leer ya.

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